Peor que albañil
El glamour conferido como algo intrínseco a la profesión de arquitecto o de diseñador, usualmente esta sobreestimado. En ocasiones, opaca la mayor parte del trabajo arduo que es requerido durante la conceptualización y realización de un proyecto. La vida cotidiana de un gran diseñador no transcurre solo entre suntuosos eventos y objetos exclusivos. La realidad dista mucho de esta generalizada concepción. Si bien es cierto que somos una profesión querida dentro nuestra sociedad y que con ello vienen como consecuencia los eventos sociales; también es cierto que somos una profesión que requiere involucrarse en el campo, con nuestras propias manos, para aprender a desarrollarla de mejor manera.