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Decir adiós

Hace un par de semanas que no tomaba el tiempo de escribir este blog, lo siento por aquellos que se han sentido abandonados, estas han sido semanas de intenso trabajo preparando la apertura de COFER Studio en Puebla, y de proyectos nuevos en el taller. Uno de los aspectos mas difíciles en diseño es cuando las decisiones sobre nuestro diseño corresponden no sólo a una persona o a una pareja, sino a un sin número de agentes dentro de un grupo o corporativo. Esto es de lo más complicado, pero también es común cuando trabajas en proyectos de gran escala para grandes compañías, y eso es siempre deseable. Yo tengo 4 maneras de lidiar con este reto.

La primera es jamás indignarte. Como diseñador considero que siempre hay algunos elementos de mi diseño que son más importantes que otros. Es decir, el ADN del proyecto esta determinado quizás por una atmósfera específica o piezas determinadas que estoy dispuesto a defender con argumentos en pro de convencer de su necesidad a todos los que opinan, incluidos contadores, licenciados, ingenieros, gerentes, etc. Sin embargo, hay batallas que poco merecen ser peleadas y acceder sin ofenderse a los cambios sugeridos por los altos directivos de la compañía puede hacer la diferencia entre un proyecto en papel y uno construido. Ni pedo, no todo se puede.


Segundo, la disponibilidad para trabajar extra. Al final del día las grandes empresas o corporativos tienen complejos procesos y certificaciones a cumplir por todos aquellos a los que contratan, los arquitectos o diseñadores no somos la excepción. Entre mejor organizado esté el despacho donde trabajas en todos los temas administrativos, más fácil será para ti asistir con prontitud a las innumerables juntas que te serán requeridas. Una buena idea puede surgir en un minuto, el verdadero reto estará en el tiempo que te tomará convencer al asistente del asistente del asistente y toda la línea de sucesión de que tu idea esta chingona. Recuerda, todos tienen una opinión, y muy comúnmente son contradictorias entre ellas, ante esto, una sonrisa es mejor.

Tercero, cobra lo producido. Es mejor ir de frente con este tema. Haz un contrato por prestación de servicios de diseño y no trabajes jamás gratis, especialmente para conglomerados donde el cliente son todos y ninguno.  No dejes que ningún cabrón abuse de tus ganas de obtener un proyecto, con promesas tontas, si quiere tu diseño, que pague y punto. Especifica claramente que incluyen tus servicios, y qué está fuera de tus alcances como diseñador. Esto no solo dará certidumbre y formalidad a la relación de trabajo, sino que evitará que hagas infinitos cambios a un proyecto que probablemente jamás se ejecute. Mientras tu trabajo te sea remunerado, como debe ser, no te dará hueva el proceso y podrás ofrecer siempre la calidad que merece cada proyecto.

Aunque odio tener que decirlo, a veces es mejor retirarse por el bien de mantener la relación cordial con una empresa con la que probablemente en otro momento querrás volver a colaborar. A menudo grandes compañías tienen inesperados cambios en el staff, en la toma de decisiones, en las prioridades financieras, pedos internos, y aparición de nuevos actores y factores, que pueden dificultar tu trabajo al punto que sea imposible continuarlo. No te sientas mal, a todos los diseñadores nos ha pasado esto, la clave está en la forma en que lo haces. Siempre cumple todo lo acordado y nunca dejes un proyecto a medias, y sobretodo no olvides agradecer a aquellos que te apoyaron desde el interior del proyecto.

¿Tienes una experiencia similar? ¿Alguna pregunta? Compártela.

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