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Enfrentar el error

Mi proceso de diseño involucra una larga lista de ensayos en papel del programa general. Muchos de estos ensayos evolucionan hacia versiones más deseadas, y otros son descartados en el camino.  Entre todas estas pruebas, vestigios de mis anteriores propuestas pueden llegar a colarse hasta la ejecución final del diseño y usualmente es una “sorpresa” costosa para todos.
Recuerdo una poco agradable visita a la ejecución de “Santa Marina” la boutique de playa que diseñé para el Sheraton de Los Cabos. Durante el recorrido de obra me percaté que los “Racks” para colgar las piezas de ropa eran demasiado grandes y no permitían ser usados por percheros convencionales, además de que su aspecto era tosco y contrastante con el resto del diseño. Sin duda,  todo el material tendría que ser reemplazado, uno por uno, a menor calibre. Este error generaría altos costes de mano de obra y material nuevo, tiempo de arquitectos para re-diseñar todas las piezas y realizar una supervisión mas exhaustiva, sin contar las  interminables horas de negociación con el contratista y su gente.

​Un gran equipo es una pieza indispensable para saber manejar estas situaciones. Mas allá de buscar culpables es importante resolver el error rápidamente, por más grave que sea, el cliente no debe llegar a incomodarse. Aquí es donde la creatividad del arquitecto se distingue de la del resto de personas involucradas. El tomar control de la situación, y si fuese posible, volverla productiva para el proyecto.

Un buen arquitecto enfrenta sus errores, se disculpa, y sigue adelante con el proyecto. En estas situaciones no hay lugar para transferir responsabilidades, ni para acrecentar egos personales. Por supuesto, estas experiencias no son la constante en mi práctica profesional, pero sin duda, continuamente me enfrento a circunstancias inesperadas que me retan a resolverlas. En esos momentos lo mejor es mantener una actitud relajada y contagiar al resto de personas involucradas con ella.

Finalmente en “Santa Marina” amortizamos estas pérdidas al destinar las piezas “defectuosas” a un área de “stock” que requería tener “racks” más robustos y los cuales, por suerte,  no habíamos producido aun. El proceso de adaptarlos para su nueva ubicación y producir las nuevas piezas para el área de venta fue relativamente estresante pero no acarreó altos costes económicos.

Al ver el resultado final en el proyecto y haber conseguido la atmósfera correcta, hace que valga la pena el alzar la voz en el momento indicado, asumir con valentía el error, y encauzarlo a la mejor solución para el proyecto y el cliente.

¿Les ha pasado?

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